¡Saludos, estudiantes!. ¡Pasad!. ¡Pasad!. ¡Al fondo queda algo de sitio!. Hoy quiero compartir con vosotros algunas ideas sobre el enfoque que todo estudiante debiera realizar alguna vez que otra sobre su propia vida, sus proyectos de futuro y su imagen de sí mismo como alumno y como persona.
Si bien estas propuestas de reflexión nacen de conversaciones que suelo mantener con alumnos de Bachillerato discutiendo temas como la PAEG (o como se llame la selectividad en el momento en que lees este texto, porque vaya carrerón llevamos, hijos), elección de carrera profesional, satisfacción personal o relaciones con padres y amigos, quiero recalcar que todas estas ideas pretenden ayudar a cualquier persona que esté atravesando una crisis personal de cualquier tipo (familiar, laboral, que haya perdido tu equipo de fútbol... ¡yo qué sé!).
Así que empezamos con nuestro particular decálogo, ¡lee esto atentamente!:
1. Te vas a morir igual.
¿Cómo, Antonio?. ¿Así de tétricos nos vamos a poner nada más empezar el artículo?. No, no van por ahí los tiros. A lo que me quiero referir, en realidad, es algo que Steve Jobs ya dejó meridianamente claro en alguna ocasión: "Si vives cada día como si fuera a ser el último, más tarde o más temprano acabarás teniendo razón".
¿Qué quiero decir con eso?. Pues que a la hora de tomar decisiones importantes, es lógico, e incluso deseable, que sintamos cierta sensación de vértigo. No debemos tomar un rumbo de acción que cambie sensiblemente nuestra vida sin meditarlo profundamente; eso, por supuesto. El problema es que muchas otras veces dejamos de hacer cosas por miedo al cambio. Algunos psicólogos y terapeutas hablan de la "Zona de Confort" como de un campo acotado que comprende hábitos, costumbres y comportamientos que repetimos todos los días, de manera consciente, incluso aquellos que no nos agradan o que sabemos que nos perjudican, por la simple razón de que sabemos qué sucederá a continuación. Lo hemos hecho así toda la vida. Sabemos qué consecuencias esperar. Así que no hay que tener miedo a lo inesperado.
Pero imagina, por un momento, que sabes que vas a morir hoy. ¡Es perfectamente plausible!. ¡Todos moriremos algún día!. ¿No crees que, si tienes tiempo, harás un repaso de lo que has hecho durante tu paso por la Tierra?. ¿Qué crees que lamentarás más?. ¿Lo que hiciste mal o lo que nunca hiciste?.
Cuando un alumno o alumna que acaba ESO o Bachillerato se plantea su siguiente paso académico, se ve tentado muchas veces de iniciar un itinerario que no le conviene, a sabiendas, sólo porque así no tiene que moverse de su pueblo o ciudad. Es entonces cuando intento llevarle a esta forma de razonamiento.
2. Tú tomas tus decisiones.
¿A que parece el slogan de un anuncio de colonia para hombres?. Pues así y todo, hay muchísima gente joven (y no tan joven) que nunca se ha parado a pensar realmente sobre lo que significa el mantra "es tu decisión".
¿Nunca os habéis planteado por qué hacéis cosas que no queréis hacer en realidad?. Y, ojo, no me refiero a cosas beneficiosas que cuesten trabajo (hacer ejercicio, estudiar, adoptar una dieta sana...), sino a cosas en tu día a día que te hacen profundamente infeliz. ¿No os habéis parado a pensarlo?. ¡Hacedlo durante un momento!. ¡Os espero, os espero!.
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¿Ya?. ¿Habéis encontrado algo? Si es que no, puedes pasar al paso 3º, o incluso saltarte directamente el artículo. Está claro que tú estás enfocando las cosas bien. Pero si es que sí, lo siguiente sobre lo que deberías reflexionar es si haces eso por decisión propia o por contentar a alguien, o (peor aún) porque supones que así satisfacerás a algún ser querido..
Aquí me he metido en algún jardín (para lectores de fuera de España: me he metido en algún lío yo solo) cuando he hablado con alumnos sobre elección de carreras profesionales, pero me parecería poco honesto no hacer la siguiente distinción: los padres amamos con locura a nuestros hijos, y queremos lo mejor para vosotros. Por supuesto, si váis a tomar una decisión alocada o peligrosa, es nuestro deber frenaros y tratar de infundir algo de lógica en vuestras imberbes cabecitas. Pero eso es algo muy distinto de tratar de vivir una segunda vida a través de la vuestra. Si creo que estás dotado para la ingeniería, que te irá bien como ingeniero y que además disfrutarás ese tipo de vida, es mi deber plantearte esa opción y apoyarte en ella, si la eliges. Pero eso es radicalmente distinto al tradicional: "Como yo no pude estudiar, mi hijo será ingeniero".
Así que asegúrate siempre, en cualquier punto de tu vida, que haces lo que estás haciendo porque tú quieres. De lo contrario, puedes encontrarte, dentro de diez años, absolutamente perdido e infeliz, mirando hacia atrás para echarle la culpa de tus problemas a aquellas personas que te empujaron en tus decisiones, y, ¿sabes lo que verás?. Absolutamente nada.
3. El miedo es bueno. El pánico no.
Uno de los mayores errores que creo que todos los adultos cometemos es que intentamos llegar a un nivel en nuestra vida en el que no sea posible tener miedo. El miedo, como emoción, es desagradable. Así que intentamos evitarlo, como intentamos evitar el dolor en todas las facetas de nuestra vida.
¿Y sabes qué? El miedo es necesario en nuestra vida. Como oí decir una vez a D. Mario Alonso Puig , sin el miedo, nuestra vida no duraría ni una semana. Es un mecanismo de autodefensa que está alerta las 24 horas del día para ponernos en guardia ante posibles peligros. Sin la emoción del miedo, no nos protegeríamos ante las amenazas, porque no las identificaríamos como tales.
Fear (Rocky V)
You see, fear is a fighter’s best friend. You know, but it ain’t nothing to be ashamed of. See, fear keeps you sharp, it keeps you awake, you know, it makes you want to survive. You know what I mean? But the thing is, you gotta learn how to control it. All right? ‘Cause fear is like this fire, all right? And it’s burning deep inside.”
Otra cosa distinta es tener pánico. El pánico es el miedo elevado a la enésima potencia. Como emoción, enerva y sobrecarga todos nuestros sentidos, nos paraliza. Nos niega toda capacidad de reacción. Si el pánico te alcanza (que lo hará de vez en cuando), recuerda parar un momento, cerrar los ojos, y respirar profundamente tres o cuatro veces. Entonces recuperarás tu capacidad de reacción.
4. Toda decisión se puede corregir.
Cuando hablábamos del paso 3 ("Tú tomas tus propias decisiones"), no había mencionado que muchos alumnos recurren a una respuesta estándar en este tipo de discusiones: "¿Y qué pasa si me equivoco?".
Nada. No pasará nada. Uno no se equivoca, simplemente decide que las consecuencias de sus actos no son de su gusto y decide corregir su curso de acción. Pero esto ya es materia de Filosofía y Valores Éticos, que es una materia que me pilla bastante más a trasmano. Dejémoslo en que no existe el "por los siglos de los siglos" a la hora de tomar una decisión sobre tu vida. Si no te gusta lo que ha pasado a raíz de una decisión que has tomado, corrige tu rumbo. Punto. Ya lo decía Lenny en Los Simpsons: "Todos cometemos errores, por eso los lápices llevan goma de borrar".
¡Eso sí!. Hagas lo que hagas, tendrás que trabajar para conseguir lo que quieres. Y eso me lleva al punto 5:
5. Dios dice: "Toma lo que quieres y paga por ello".
No sé cual es el origen de este dicho, aunque lo he visto varias veces leyendo a autores norteamericanos. Creo que el primero que me lo mostró fue Stephen King. El caso es que me parece muy apropiado para lo que quiero transmitirte en este punto.
No pretendo hacer literatura de autoayuda con este texto, así que aprovecho ahora para quitarte de la venda de los ojos y decirte que no vivimos en un mundo mágico, donde todo viene hecho si lo deseas con fuerza.
La mala noticia es: "sea lo que sea que quieras, tendrás que trabajar duro para conseguirlo. Necesitarás esfuerzo, constancia y disciplina". La buena noticia es: "sea lo que se que quieres, puedes conseguirlo. Lo único que necesitas es esfuerzo, constancia y disciplina".
6. Lucha siempre por ser el mejor, sabiendo que nunca lo serás.
¿Te suena algo deprimente?. Tal vez, al principio. Hasta que comprendas el propósito de este aforismo.
Alcanzar la maestría en cualquier disciplina siempre exige trabajo duro y esfuerzo. Pero lo mejor viene cuando te das cuenta de que NUNCA ALCANZARÁS LA PERFECCIÓN. Si ya has alcanzado un nivel razonable de dominio sobre la técnica que estás aprendiendo, ¿qué puede empujarte a seguir esforzándote para mejorar?. La respuesta está en la espalda de aquél o aquella que acaba de adelantarte por la izquierda: EL DESEO DE SUPERAR A TUS COMPETIDORES. El deseo inherente a la naturaleza humana de seguir, alcanzar y mejorar el trabajo de aquellos que son mejores que nosotros es el que ha impelido a nuestra especie desde el principio de los tiempos, superando metas que en el pasado se consideraban imposibles.
7. Cometer errores es BUENO.
He aquí lo que parece un nuevo disparate en una lista que ya parece acumular un buen montón. Si además lo colocamos en el contexto en el que trabajo normalmente, es decir, una clase llena de adolescentes hormonales y malhumorados, decir esta frase puede suponer que estoy buscando una buena pelea: "¿Cómo puede ser bueno que me hayan suspendido por segunda vez en Geografía?".
Y, ¿sabéis qué?, SIGUE SIENDO VERDAD. Porque, como ya he dicho hace un par de apartados, no vivimos en el país feliz, en una casa de gominola, en la calle de la piruleta. Estamos hablando de trabajar algo que queremos conseguir de verdad. Algo difícil. Queremos obtener algo que no todo el mundo tiene. Y ello siempre conlleva un aprendizaje.
Aprender implica recorrer un camino en el que necesitamos diferenciar lo correcto de lo incorrecto. Y el mejor camino para ello es EQUIVOCARSE. Equivocarse significa que hemos encontrado un nuevo modo en el que no hay que hacer las cosas, y experimentarlo es el mejor modo de que lo recordemos la próxima vez.
En resumen: equivocarse no es malo. He tenido alumnos (muchos, por desgracia) que han llegado a asociar su propia valía como personas a la nota que obtenían en clase, lo que les generaba una ansiedad que a veces les ha llevado a fingir una actitud de "pasotismo", de dureza, de no estar interesados en aprender, antes que tener que enfrentarse al fracaso. Y, podéis creerme: el fracaso es el método más efectivo de aprendizaje.
8. Pon tu foco en lo que quieres conseguir.
Este es el punto, a mi juicio, que menos explicación necesita de todo el decálogo. Estamos hablando de PROGRESAR, de AVANZAR, de MEJORAR. Ello exige un esfuerzo y un camino más o menos largo. No es algo que vayamos a conseguir hoy. Y cuando la cosa se ponga difícil (que se pondrá), lo más humano y lógico será querer abandonar este proceso que nos está causando tantos disgustos. Ya te imaginarás lo que te voy a decir: no lo hagas. Céntrate en tu objetivo. Si éste realmente merece la pena, encontrarás fuerzas para continuar. Piensa en lo que quieres conseguir. Y en un momento dado, piensa incluso en aquél (nunca falta alguien así en tu entorno) que te dijo que nunca lo conseguirías, que no merece la pena, y en todo lo que ya llevas avanzado, demostrando que se equivocaba. Sólo eso (cerrarle la bocal al listillo o listilla de marras), suele ser acicate suficiente para no abandonar.
9. DISFRUTA cada paso que das. Tu pasión hará el resto.
Algo en lo que insisto mucho a mis estudiantes es que el rumbo académico que vayan decidiendo a lo largo de su formación es muy importante, y que tomen cada decisión pensando que están decidiendo cómo quieren pasar su vida profesional. Es muy importante intentar trabajar en algo que te guste. Una de las peores cosas que te pueden pasar en esta vida es trabajar en algo que te aburre, te da pereza y te desmotiva. Lo sé. He tenido trabajos así. Despertarte pensando que empieza otro día horrible, y pasar otro día eterno pendiente de un reloj que no sólo avanza muy despacio, sino que a ratos parece incluso retroceder es un pequeño infierno que si se hace permanente desprovee por completo de gusto a la vida.
Más importante que evitar un trabajo gris, es ser consciente de que todo lo que haces, debes hacerlo con pasión. Haz lo que quieras porque QUIERES hacerlo. Pon toda tu alma en ello. ¡Disfruta con lo que haces!. Porque sólo el que ama su tarea la hace de forma brillante. El resto está condenado a la mediocridad.
Si eres estudiante (concretamente, si eres uno de mis alumnos), ya habrás respondido mentalmente con el consabido mantra: "Todo eso está muy bien, Antonio, pero como alumno estoy obligado a estudiar muchas materias que no me gustan, y estoy obligado a ello si quiero obtener mi título académico...". A los que estáis en esta situación, os remito de nuevo a los puntos 5 y 8. De nada, no me lo agradezcáis.
10. Siempre serás válido y digno de amor.
Vale, aquí me pongo pegajoso. Eso debo reconocértelo. Y, sí, de nuevo parece que bebo de las fuentes de la cultura New Age y escribo mi propio refrito de libros de autoayuda. Y a lo mejor hasta es verdad.Pero es una frase cursi y pegajosa en la que creo profundamente. A lo largo de mi vida profesional, he tenido conversaciones trascendentales con varios adolescentes que en un momento o en otro se sienten perdidos, desorientados. Tanto como para descuidar seriamente sus estudios, o para plantearse el sentido que tienen sus propias vidas. Y lo que ninguno sabe es que yo mismo me he sentido (me siento, a veces), del mismo modo. Hasta donde yo sé, toda la gente que conozco tiene a veces lo que San Juan de la Cruz llamaba "La noche oscura del alma". (Espero que ninguna compañera de Literatura lea esto. Y si lo lee, espero de corazón acertar con mi símil, porque se me acaba de ocurrir, y no he contrastado su veracidad).
¡A lo que vamos!. Toda la gente que conozco, o eso creo, a veces se siente perdida y desorientada. Tiene miedo ante un cambio importante, o la necesidad de tomar una decisión que puede afectar a sus vidas. Y todos tenemos en común lo básico. Todos queremos lo mismo. Todos queremos sentirnos válidos y dignos de amor. Queremos que nos quieran, sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos. Forma parte de nuestro diseño genético.
El error que hemos cometido desde algún punto nebuloso de nuestra infancia o adolescencia (y así se lo hago saber a los chicos que hablan conmigo sobre esto), es que, erróneamente, hemos asociado nuestros fallos y éxitos a nuestra valía personal. Si en un examen, mi compañero saca un 9, y yo sólo un 6, comparativamente yo habré fracasado con respecto a él.
Pues bien, amigos, edición especial: ESTO NO ES ASÍ. Una nota en un examen, la crítica de un trabajo, o la evaluación de una tarea, indica únicamente el grado en que hemos alcanzado unos objetivos prefijados. En ningún momento se ha dicho que eso sea aplicable a nuestra propia valía como seres humanos. Además, por más importancia que le demos a esta forma de evaluación, por más técnica y neutral que sea la forma de contabilizar nuestros aciertos, siempre tendrá un fuerte componente de opinión. Y ya sabéis lo que siempre digo: no permitas nunca que la opinión de otra persona sobre tí se convierta en tu realidad. Si suspendes un examen de Mecánica Clásica, significa que aún no has alcanzado la soltura necesaria a la hora de resolver problemas sobre velocidades, aceleraciones, fuerzas, etc... No que seas tonto, o que no valgas para esto, o... ¡yo qué sé!. ¡No te montes películas!. ¡Estudia de nuevo, y punto!. O no lo vuelvas a hacer, si decides que el esfuerzo no te compensa. Ya está. Keep it simple.
¡Uf!. ¡Otra vez me he enredado escribiendo y escribiendo!. ¡Os saldrán consejos por las orejas!. ¡Pues nada!. ¡Eso es todo, mis pequeños padawan!. ¡Podéis ir saliendo!. En orden, por favor... ¡Un momento!. ¿Quién se ha bebido todas las cervezas del frigo?, ¡bueno!, es igual. Nos vemos por el ciberespacio, amiguetes. Mientras tanto, ¡sed felices!. ¡Siempre creciendo!, ¡siempre aprendiendo!, ¡cultura maker!.